El mejor jugador de la historia del baloncesto español se despide: “Me retiro del baloncesto profesional. Es una decisión difícil, pero hay que cambiar de marcha”.
Caminaba Pau Gasol con convicción por el Gran Teatre del Liceu de La Rambla de Barcelona. Porte solemne y sonrisa oculta bajo la mascarilla que tardaría poco en quebrarse. No podía ser de otro modo. El mejor baloncestista español de siempre confirmaba que ya no habría más canastas. Que ya no pelearía más contra su cuerpo. Que el camino, a sus 41 años y tras cumplir el sueño de disputar sus quintos Juegos Olímpicos tras un emotivo regreso al Barça, debía llegar a su fin.
Cumplió todos sus sueños de niño; hizo del desvelo norma para un aficionado que se acostumbró a seguir sus hazañas en la NBA; y lideró a una selección que llevó al deporte español a una dimensión desconocida.
TAMBIÉN TE PUEDE INTERESAR: Malik Monk ansioso por jugar con los mejores del mundo.
“Me retiro del baloncesto profesional. Es una decisión difícil, pero hay que cambiar de marcha. Quería acabar jugando, no con unas muletas”. Y Gasol rompió a llorar. Cada palabra que brotaba de sus labios costaba una vida. Lágrimas que fue imposible contener cuando recordó a Kobe Bryant, su hermano mayor en Los Angeles, fallecido en enero de 2020 en un accidente aéreo junto a su hija Gianna. “Kobe, me gustaría mucho que estuvieras aquí conmigo. La vida es muy injusta”. El dolor fue insoportable.
Pau apostó por una despedida sin purpurina. Austera. En un espacio bajo la platea de la sala principal del Liceu. Y con apenas una cincuentena de invitados, condicionado el acto por las medidas Covid. Por supuesto acudieron sus padres (Agustí y Marisa), sus hermanos (Marc y Adrià). Ex compañeros ilustres como Juan Carlos Navarro, ancla emocional durante tantos años y en primera fila en el acto, o antiguos compañeros de batallas en la selección como Felipe Reyes, Rudy Fernández, acompañado éste de su hermana Marta, y Raül López.