Con alma, corazón y Haliburton vendado, los Indiana Pacers se aferran al sueño y empatan la serie 3-3 tras vencer con autoridad 108-91 a los Oklahoma City Thunder, forzando el séptimo y definitivo partido de las Finales de la NBA 2025, que se jugará el domingo.
Tyrese Haliburton, que llegaba entre algodones por una distensión muscular, fue el símbolo de un equipo que resurgió con orgullo cuando todos lo daban por muerto. Anotó 14 puntos, lideró con inteligencia y encendió a un Gainbridge Fieldhouse que no paró de rugir.
“Estábamos contra la pared y respondimos. Es el último partido, todas las cartas están sobre la mesa”, soltó el base entre ovaciones.

(Photo by Maddie Meyer/Getty Images)
Un séptimo juego histórico
Será la primera vez desde 2016 que las Finales llegan a un séptimo juego. Aquella vez, LeBron y sus Cavaliers le arrebataron el anillo a los Warriors en una remontada épica. Los Pacers sueñan con escribir una página similar.
Con la mejor versión defensiva del equipo, el técnico Rick Carlisle apostó a un plan audaz: bombardear desde el perímetro. El resultado fue contundente: 15 triples en 42 intentos (35,7%) que desestabilizaron por completo a los Thunder.
Shai y los Thunder, apagados
El MVP de la temporada, Shai Gilgeous-Alexander, vivió una noche para el olvido: 8 pérdidas de balón (récord personal) y apenas 2 asistencias. Su equipo colapsó.
Jalen Williams aportó 16 puntos y Chet Holmgren apenas 4. A cinco minutos del final, Mark Daigneault tiró la toalla y sentó a todos sus titulares.
El favorito Oklahoma ahora tendrá que lidiar con la presión total en un último partido donde ya no hay margen para errores.