Lo que alguna vez fue visto como un torneo menor o sin mucho futuro, hoy se ha convertido en un evento clave del calendario futbolístico. El nuevo formato del Mundial de Clubes, que debutó recientemente, ha conseguido captar la atención global, especialmente entre los verdaderos apasionados del balompié. La competición, que ahora reúne a los mejores equipos del mundo en un formato más ambicioso, se perfila como una cita obligada en el planeta fútbol.

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Prueba de su impacto es que la edición de 2029 ya está asegurada. En este momento, se abre una fase preliminar para que los países expresen su interés aún sin presentar candidaturas formales en ser sede del evento. España fue la primera en dar el paso, mostrando su intención de albergar el torneo. Sin quedarse atrás, Brasil, a través de la CBF, también comunicó oficialmente su voluntad de iniciar el proceso para construir un proyecto de organización. La sorpresa la ha dado Marruecos, que de forma independiente ha comenzado a hacer las consultas necesarias sobre los requisitos logísticos y administrativos para aspirar a ser sede del torneo en 2029.

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Este movimiento resulta llamativo, sobre todo considerando que España y Marruecos, junto con Portugal, ya son socios confirmados para organizar el Mundial de selecciones de 2030. Aun así, ambas naciones han decidido recorrer caminos separados cuando se trata de esta competición de clubes.

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La realidad es que este creciente interés de diferentes federaciones por ser anfitrionas del torneo deja en claro que el nuevo Mundial de Clubes ha calado hondo entre los actores del fútbol. Las discusiones sobre el calendario y la carga de partidos sin duda seguirán, pero una cosa parece segura: el Mundial de Clubes ha llegado para quedarse.

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