Carlo Ancelotti puede sonreír. Su Brasil no solo ganó, sino que volvió a enamorar.
En un amistoso disputado en Seúl, la Canarinha goleó 0-5 a Corea del Sur, mostrando un fútbol ofensivo, alegre y eficaz que recordó a las grandes épocas de la selección.
Con un esquema atrevido (1-4-2-4) y un claro acento madridista —Casemiro, Militao, Rodrygo y Vinícius—, el técnico italiano rindió homenaje a Pelé, en el 85º aniversario de su nacimiento, con una escarapela especial y una actuación a la altura de la leyenda.
Un arranque arrollador
Desde el inicio, Brasil impuso su ritmo y personalidad.
En apenas 13 minutos, Estevao adelantó a la Seleção tras una gran jugada de Bruno Guimaraes y Rodrygo.
Casemiro y Militao rozaron el segundo, mientras Vinícius y Rodrygo alternaban posiciones en ataque, intercambiando la izquierda y el centro con gran movilidad.
El premio llegó antes del descanso: Rodrygo, tras una jugada colectiva en la que participaron Casemiro y Vinícius, marcó el 0-2 al minuto 42. Fue su primer gol con Brasil desde septiembre de 2024, cuando anotó ante Ecuador.
El show continuó tras el descanso
Apenas comenzaba la segunda parte cuando Estevao Willian, el joven extremo del Chelsea, aprovechó un error del central Kim Min-jae para poner el 0-3.
Un minuto después, el espectáculo madridista se desató: Casemiro recuperó el balón, Vinícius abrió el campo y Rodrygo definió con clase para firmar su doblete (0-4).
La Canarinha bajó el ritmo, controlando el juego con posesión y sin perder precisión.
Corea apenas reaccionó con un disparo lejano de Kim Jin-Gyu en el 66’, controlado sin problemas por Bento.
Vinícius puso el broche: el ‘Real Brasil’ sonríe
La goleada se cerró al minuto 77, con una obra de arte de Vinícius Júnior.
Cunha lanzó el contraataque y el extremo del Real Madrid, con espacio por delante, se permitió el lujo de regatear a un defensa y definir con calma para el 0-5 final.
Fue su última acción antes de ser sustituido por Richarlison en el 79’. No importó:
Sonreía Vini, sonreía Ancelotti… y sonreía Brasil.
El jogo bonito ha vuelto, con sabor a Madrid y bajo el sello táctico de un entrenador que ha sabido combinar disciplina y fantasía.
Brasil vuelve a ilusionar. Veremos cuánto dura esta sonrisa.
