Lo que en 2021 fue celebrado como un movimiento histórico para el fútbol británico, hoy se ha convertido en un dolor de cabeza financiero para el Manchester City. Jack Grealish, adquirido por £100 millones (unos US$134,5 millones) hace tres años, ha visto caer su valor de mercado hasta cifras que oscilan entre los US$33 y US$41 millones, según distintas estimaciones, lo que representa una depreciación superior al 65 %.
El obstáculo no es solo su pérdida de valor, sino también un contrato que pesa en la balanza: £300 000 semanales (aproximadamente US$404 000). Este monto ha frenado a los potenciales interesados, dejando al City sin ofertas formales pese a que la relación minutos jugados rendimiento está en mínimos. En la última temporada, Grealish solo sumó 1.521 minutos, muy lejos de los registros que lo convirtieron en uno de los talentos más cotizados de la Premier League.
En el Etihad, las alternativas que se barajan pasan por una cesión con opción de compra cercana a los £50 millones (unos US$67 millones), una fórmula que permitiría al club recuperar parte de la inversión y abrirle la puerta a un nuevo comienzo. Equipos como Everton, Tottenham, Newcastle y Napoli han sido vinculados al jugador, aunque pocos estarían dispuestos a asumir íntegramente su actual salario.
La llegada de Grealish fue uno de los movimientos más mediáticos de la era Guardiola, pero su rendimiento irregular y el elevado coste total han convertido este fichaje en un caso de estudio sobre la relación entre inversión, proyección y retorno deportivo. Con el mercado estival avanzando, el City deberá decidir si lo cede, negocia un reparto salarial o busca una venta directa para evitar una depreciación aún mayor y liberar espacio en la plantilla.