Erling Haaland, el fenómeno noruego conocido por su implacable eficacia goleadora, vivió este sábado en Oslo un episodio atípico que lo devolvió por unos minutos a la escala de los mortales. En el crucial duelo clasificatorio para el Mundial 2026 contra Israel, el delantero del Manchester City falló dos penaltis consecutivos, un suceso que generó conmoción en el Ullevaal Stadion, pero que no tardó en ser eclipsado por la capacidad de redención del propio jugador.

haaland

Haaland, quien está firmando un inicio de temporada espectacular tanto con su club como con Noruega, asumió la responsabilidad de la pena máxima tras una revisión del VAR. El árbitro polaco Szymon Marciniak señaló el punto de penalti por una falta sobre Patrick Berg. El noruego, especialista habitual, se paró frente al balón con su acostumbrada seguridad.

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El Duelo con Daniel Peretz

En el primer intento, Haaland optó por su potente zurda. Sin embargo, el guardameta israelí Daniel Peretz demostró una notable lectura de la jugada, estirándose con acierto a su derecha para desviar el disparo. El fallo inicial fue un jarro de agua fría, pero la tensión no había terminado.

Inmediatamente, el VAR volvió a intervenir. La tecnología detectó que Peretz, en su afán por atajar el remate, se había adelantado milésimas de segundo antes de que Haaland golpeara el balón, incumpliendo la normativa. La decisión fue clara: la pena máxima debía repetirse.

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Con la presión duplicada, el estadio en un silencio sepulcral y la obligación de convertir, Haaland tomó una decisión arriesgada: cambiar la ejecución y el perfil. Para el segundo intento, el noruego optó por rematar con su pierna menos hábil, la derecha. Pese a la variante, la historia se repitió con idéntica crueldad. Daniel Peretz, con una intuición o estudio del rival extraordinarios, se lanzó esta vez hacia su izquierda para volver a detener el remate. Dos penaltis, dos atajadas, y la frustración momentánea del «cyborg» noruego.

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La rápida redención del ‘Killer’

A pesar del doble revés, la mentalidad de un goleador de élite se mide no solo en el acierto, sino en la capacidad de respuesta ante el error. Haaland demostró esa cualidad en cuestión de minutos. Erling Haaland

Lejos de hundirse por el fallo que podría haber afectado a cualquier otro jugador, el noruego se mantuvo en el partido y, al minuto 27, encontró la vía de la reconciliación con la red. Con un movimiento inteligente, se posicionó en el área para recibir un centro preciso y, esta vez sí, firmar el segundo gol de su selección con una contundencia innegociable.

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Este gol no solo significó la tranquilidad para Noruega en un partido vital por la clasificación, sino que sirvió como un recordatorio para el mundo: el fallo desde los once metros es parte del juego, pero su instinto depredador es imparable.

Con este episodio, Erling Haaland eleva su historial de penaltis fallados a nueve en 61 lanzamientos a lo largo de su carrera. Un porcentaje de acierto que se mantiene envidiable, pero que deja una anécdota inolvidable en esta fase de clasificación al Mundial de 2026. El delantero más letal de la actualidad demostró, en una misma tarde, su vulnerabilidad y su inigualable fuerza mental para sobreponerse a ella.

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