El fútbol sudamericano vivió una jornada clave rumbo al Mundial del Centenario 2030, pero el foco no estuvo solo en la cumbre celebrada en Nueva York con la presencia de Gianni Infantino y Alejandro Domínguez. La gran ausencia del presidente argentino Javier Milei, quien decidió reunirse con Donald Trump en lugar de asistir al encuentro, generó fuerte malestar en el mundo del fútbol y podría tener consecuencias para la sede de la fase de grupos en Argentina.
Mientras presidentes como Santiago Peña (Paraguay) y Yamandú Orsi (Uruguay) respaldaban con su presencia la propuesta sudamericana de disputar el Mundial 2030 con 64 selecciones, Milei decidió no asistir a la reunión. Argentina estuvo representada únicamente por Claudio “Chiqui” Tapia, presidente de la AFA, sin presencia del canciller ni de ningún funcionario del Gobierno nacional.
“Hoy Milei le dio la espalda a la iniciativa más importante de la historia del fútbol sudamericano”, disparó Pablo Toviggino, tesorero de AFA y mano derecha de Tapia. El dirigente incluso lo apodó el “Leoncito” y acusó al gobierno de “odiar lo popular”, añadiendo que “solo le preocupa el rescate de los fugadores”.
El proyecto impulsado por Conmebol y FIFA plantea que Argentina, Uruguay y Paraguay no solo sean parte del evento simbólico de apertura, sino que cada uno albergue un grupo completo de la fase inicial. Esto marcaría un cambio sustancial respecto a la idea original, donde cada país solo recibiría un partido inaugural.
“Infantino quiere que haya un Mundial de 64 equipos, y que tanto Argentina como Uruguay y Paraguay tengan cada una un grupo completo”, afirmaron desde el entorno de Tapia. Pero la falta de compromiso político argentino podría jugar en contra. Conmebol ya dejó claro que se necesita un respaldo total, y Milei al no enviar representantes sembró dudas sobre el rol activo del país en el proyecto.
La cumbre organizada por Infantino contó con la presencia del secretario general de la FIFA, Mattias Grafström, además de los líderes de las federaciones sudamericanas. La propuesta formal para ampliar el torneo fue respaldada por unanimidad por las diez asociaciones miembro de Conmebol.
Alejandro Domínguez, presidente del organismo, fue contundente: “Queremos hacer un llamado a la unidad, a la creatividad y a creer en grande. Porque cuando el fútbol se vive entre todos, la fiesta es verdaderamente mundial”.
El próximo paso será en la reunión del Consejo de la FIFA del 2 de octubre, donde se debatirá la viabilidad del Mundial ampliado. No obstante, algunos apuntan a que la aprobación de UEFA es la última barrera real, dado que el esloveno Aleksander Čeferin se ha mostrado reticente a la expansión.
A pesar del desplante, fuentes cercanas al Ejecutivo indicaron que el gobierno no se opondrá al Mundial 2030, consciente del impacto económico que generará. De hecho, ya hubo contactos previos con el sector hotelero argentino para organizar la recepción de turistas, y las ciudades de Córdoba y La Plata suenan como posibles sedes adicionales junto a Buenos Aires.
Sin embargo, el mensaje político es claro: sin respaldo del Gobierno, el peso de la candidatura argentina podría debilitarse frente a otros intereses en el tablero internacional del fútbol.