En el FC Barcelona saben que, si quieren inscribir sin contratiempos a Nico Williams el extremo del Athletic Club que podría firmar hasta 2031, es imprescindible aligerar la carga salarial de la plantilla. Uno de los casos más representativos es el de Ansu Fati, quien sigue siendo uno de los cinco jugadores mejor pagados del primer equipo, a pesar de haber tenido una temporada 2024-25 para el olvido menos de 300 minutos disputados y sin goles en su cuenta.
El caso de Ansu es tan doloroso como simbólico. Durante años fue el niño prodigio de La Masia, el heredero de Messi, el dorsal 10 llamado a liderar el futuro del club. Pero la secuencia de lesiones que ha sufrido desde 2020 ha sido devastadora, hasta el punto de poner en entredicho el resto de su carrera. Aunque el jugador siempre ha mostrado actitud, sacrificio y una fuerte conexión con sus compañeros, su físico ha dicho lo contrario. Esta temporada, su imagen en medio de la euforia de un vestuario unido ha sido la de alguien desconectado, frustrado. Y con la llegada de Hansi Flick, su rol está más que difuminado: directamente en vía muerta.
El club ha explorado opciones de salida para el atacante desde hace meses. La más avanzada parecía la del AS Mónaco, pero la operación se ha complicado por varios factores. El primero, el salario del futbolista, inasumible para la entidad francesa. El segundo, el bajo valor de mercado de Ansu, que no permite al Barça obtener ingresos significativos por un traspaso. Además, el club catalán no quiere asumir parte de su ficha, pues eso no ayudaría a liberar el espacio necesario para nuevos fichajes como el de Nico Williams.
Hay también un componente estratégico: en Can Barça no descartan una eventual recuperación del jugador, y por eso preferirían una cesión con condiciones que les permitan mantener cierto control sobre sus derechos. Sin embargo, los clubes interesados no están dispuestos a convertirse en simples plataformas de revalorización para que el Barça se beneficie si Ansu logra resurgir.
A pesar del escenario complejo, la buena sintonía entre Deco, director deportivo del club, y Jorge Mendes, representante del futbolista, podría ser clave para destrabar la situación. Con julio a la vuelta de la esquina y la necesidad urgente de inscribir a Nico Williams, el Barça no tiene margen de espera. El reloj corre y cada minuto cuenta para cerrar salidas que eviten nuevos dolores de cabeza administrativos en el Camp Nou.